A propósito del que hubiera sido el natalicio 79 del músico (Liverpool, 25 de febrero de 1943), recordamos su debut “XL” como solista.
Por Ernesto Bustos B.
All Things Must Pass fue el primer disco triple de un artista solista en la historia de la música popular y para muchos, el mejor disco en solitario de un ex Beatle. Una suerte de justicia frente a un músico incomprendido y habitualmente relegado a un segundo plano por dos fuerzas creativas. O dicho sin eufemismos, el peso compositivo arrollador de la dupla Lennon – McCartney v/s el talento contenido y silencioso de George Harrison.
Mayo de 1970, los Fab Four ya eran historia (casi un mes antes se había hecho pública oficialmente la separación) y George, dolido y enrabiado, se lanzaba a la aventura de agrupar todo el material que había sido desechado (¿o mirado en menos?) por John y Paul para su antigua banda.
Ahora había que organizar el trabajo que culminaría con una triple entrega, para algunos un exceso en los nacientes setentas y para otros un grito genuino de libertad.
Ya había mucho material compuesto, descartes de canciones que pudieron ser y no fueron y el ímpetu de un músico que ahora sí sentía que era su momento para brillar. Lo primero fue reclutar a los músicos. Y aquí George no se anduvo con pequeñeces. El primer día de grabación registró nada menos que 15 canciones, junto a Ringo Starr y Klaus Voormann, su amigo desde aquellos primeros años en Hamburgo con el cuarteto de Liverpool.
Phil Spector, el gurú de la famosa Wall of Sound, también rondaba por esos días el círculo más íntimo del Beatle místico. El personal se completó con Peter Frampton y Jerry Shirley, ambos del combo blusero inglés Humble Pie; el batería de la Plastic Ono Band, Alan White, quien más tarde haría carrera en Yes; el recientemente fallecido Gary Brooker de Precol Harum; Gary Wright, por esos años en Spooky Tooth; Dave Manson de Traffic; Bobby Keys y Jim Price, a cargo de los vientos; y la lista continúa con Billy Preston, Eric Clapton y Carl Radle, Bobby Whitlock y Jim Gordon (que casi en simultáneo serían Derek and the Dominos), Pete Ham, Tom Evans, Joey Molland y Mike Gibbons de Badfinger, Phil Collins y Pete Drake… De algo que sirviera firmar como autor de Something y Here comes the sun. Nota aparte, en los créditos del registro también se anota la participación en dos canciones de Bob Dylan con I’d have you anytime e If not for you.
El resultado de las grabaciones registradas entre mayo y septiembre de 1970 se tradujo en My Sweet Lord, el primer sencillo en llegar al N°1 de las listas y el más vendido en 1971; luego le siguieron Beware of Darkness, Isn’t It a Pity, What is Life y el título que da el nombre al disco, tal vez el ejemplo más brutal de cómo una gran canción fuera desechada por el capricho de Paul y John en su afán de minimizar el aporte de George.
¿Y Chile?, la naciente Frecuencia Modulada (FM) le tenía un espacio reservado al Beatle silencioso con My Sweet Lord, éxito que después se repetiría, incluso con más rotación mientras el país se caía a pedazos, con el siguiente trabajo Living in the material world y el single Give me love (Give me peace on earth).
La historia quiso que All Things Must Pass fuera la consecuencia directa de un músico, guitarrista y prolífico compositor que tras una década se libera de la hegemonía musical del binomio Lennon-McCartney. George Harrison tuvo que esperar a convertirse en un “ex” para desplegar todo lo que insinuó, musicalmente hablando, y que siendo un Beatle se le negó.
A más de medio siglo de la edición de All Things Must Pass (27 de noviembre de 1970 en Estados Unidos y tres días después en el Reino Unido) su título fue una certera premonición de George. “Todas las cosas deben pasar”… y así sucedió.
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